Décimo aniversario de La escuelita de Villa Lugano

(Agencia Paco Urondo) Día nublado al sur de la Capital. El tráfico por la Avenida Cruz es ralo los días sábados. En la entrada a la Villa 20 de Lugano, venden chorizos y lavan ropa. Entra algún Falcón destartalado y las motos más modernas. Por las callejuelas de tierra suena el ts – ts de la cumbia. Al igual que en Retiro, las viviendas empiezan a erigirse hasta dos pisos de altura. Stencils de la virgen protege las puertas de esos hogares. Recoveco tras recoveco, aparece el comedor La Escuelita. Es la casa 207, de la manzana 22.

Ya son las 14 y el olor a carne asada atrae a los perros. Vecinos, matronas, militantes, pibes y más pibes están sentados frente a los tablones. Prestan atención a un video tributo a La Escuelita. Allí, militantes de toda la década saludan al comedor en su día, y en abrumadora mayoría rinden homenaje al Tosca y al Cuervo. El primero fue el vecino que sostuvo cotidianamente el trabajo diario. El segundo, Andrés Larroque, fue el promotor de la construcción del edificio sobre un antiguo pantanal.

Los estudiantes del Nacional de Buenos Aires que iniciaron la patriada del comedor (y del apoyo escolar) soy hoy en su mayoría militantes de La Cámpora. Esto llenó de orgullo a los presentes y brindó un emotivo marco al encuentro. Los aplausos demarcaron la llegada del asado y el discurso del Cuervo el cierre.

Cae la noche en Lugano. Algunos militantes parten hacia la parada del premetro. Otros buscan sus vehículos en el Easy. Los custodios de un Plan de Vivienda nacional miran desconfiados. Por su parte, los militantes les manifiestan la indiferencia de tener la panza llena y el corazón contento.

(Agencia Paco Urondo)

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