Y más. Entre sus tareas está determinar los costos de las empresas, para permitir (o no) la suba de precios de sus productos. Es decir, el Estado interviniendo en las cuentas del empresariado, un tabú absoluto del capitalismo neoliberal en estas épocas de imperialismo desembozado. (“A la prepotencia del establishment le opondremos la prepotencia del Estado”, dicen que dice el secretario). Esa sola batalla alcanzaría para justificar el rol revolucionario de este segundo Moreno.
Y más. El secretario de Comercio se zambulló sobre el INDEC. El instituto, cuyas mediciones están cuestionadas desde por los menos los 80, se encontraba instrusado por las consultoras del sector financiero (“el que sabe sabe; el que no pone una consultora”, señala Moreno). No con la ingenua excusa de acceder a datos de la realidad antes que otras eventuales competidoras. Sino porque (en sociedad con los grandes bancos) inflan los números del INDEC para que los bonos de deuda atados a la inflación paguen mayor interés. De esta manera, el Pueblo, con muchas de sus necesidades aún insatisfechas, abona artificialmente (si acaso hay algo en la deuda que no sea artificial) más dinero. Esas prácticas en el INDEC no generaron de sus trabajadores jamás un solo “abrazo solidario” a la institución que requiere independencia, seriedad y dignidad para su mejor funcionamiento.
Igualmente, la verdadera discusión no es Moreno o el INDEC. El fenómeno que hay que estudiar es la inflación. Y en ese punto hay que definir posicionamientos: retomando un concepto de Sandra Russo, se está a favor del control o del descontrol. Se pretende inflación cero o inflación moderada. Para ello, veamos la historia nacional. Según Aldo Ferrer hay dos ciclos de acumulación económica. La etapa de industrialización por sustitución de importaciones (ISI) desde los 30 hasta mediados de los 70 y la neoliberal, desde entonces hasta diciembre de 2001.
¿Se quiere inflación cero? Pues bien, hay que abordar la fase neoliberal. Durante el menemismo se logró “inflación cero” por única vez en la historia nacional con sus altísimos costos sociales. Que los que lo deseen se hagan cargo. Imagino que, llevando el esquema al extremo, la mayoría de las familias argentinas preferirán ingresos erosionables que la desocupación pura y dura de una moneda atada a dólar. (Por cierto, la inflación estadounidense está alcanzando su techo inflacionario de las últimas dos décadas, por lo cual una nueva Convertibilidad implicaría en cualquier caso aumentos de precios).
¿Se quiere una inflación moderada? Bueno, el promedio durante la ISI fue entre 20 y 30% anual. El mismo Ferrer admitió en Página 12 (edición del 14 de agosto de 2008) una inflación del 10% para este año. Y en el BAE del mismo día, aconsejó una devaluación del peso de 62 centavos respecto del dólar (que naturalmente promovería una tendencia alcista de los precios internos). Es decir, todavía existe un margen.
Si la inflación es del 30%, ¿cómo es posible que la tasa de los bancos para préstamos sea del 25%? O sea, los bancos, que serían muy bobos y por eso dominan el mundo, ofrecen tasas a pérdida. Si la recaudación del IVA crece interanualmente al 14%, (siendo la inflación del 30%)… ¿el consumo decreció 16%? (o sea, una caída 4% mayor a la catástrofe social de 2002).
Entonces, ¿por qué el fuego intenso de los medios de comunicación contra Moreno? ¿Por qué contra Jaime, integrante del MTA (Movimiento de Trabajadores Argentinos) y por tanto ejemplo del sindicalismo resistente al neoliberalismo? ¿Por qué contra De Vido, responsable de la mayor actividad en obra pública desde mediados de siglo pasado? ¿Por qué contra Néstor Kirchner y Cristina Fernández? Porque todos estos compañeros y cada uno de los que los apoyamos con nuestra militancia diaria, hemos logrado romper el circuito destructivo del régimen de ¿acumulación? del capitalismo neoliberal.
Avance compañero Moreno, que detrás suyo seguimos creciendo los compañeros que defienden el Proyecto Nacional.

(Agencia Paco Urondo)
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